Noticias, Palabras del Obispo
Año Mariano Nacional: «Don y Misión»
Mensaje
de Mons. Ariel Torrado Mosconi
en ocasión del Año Nacional Mariano
IV Congreso Mariano Nacional 2020
Querida Iglesia Diocesana, hermanos sacerdotes, diáconos, religiosos, agentes de pastoral y fieles:
Desde el día 8 de diciembre del año pasado, hemos comenzado a transitar el camino del Año Mariano Nacional, establecido por la Conferencia Episcopal Argentina, para celebrar el cuarto centenario del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora del Valle de Catamarca. La Santa Sede, por expreso mandato del Papa Francisco, ha confirmado esta celebración, otorgándole el carácter de Jubileo con Indulgencia Plenaria. Esto nos causa una gran alegría porque nos sumerge dentro del mar de misericordia y perdón, que la Iglesia propone como camino de conversión, pero también de construcción de la vida cristiana. El lema que se nos propone como aliento en el caminar celebrativo del Jubileo, nos marca un horizonte bien claro: “Con María, servidores de la esperanza”.
Esta providencia divina nos pone por delante una gracia jubilar, que, si la sabemos recibir con fe, puede ser una verdadera Pascua, una real oportunidad de honda e intensa renovación tanto para nosotros como discípulos de Jesús, como para toda la comunidad eclesial, y si miramos con optimismo, por qué no, para toda la sociedad argentina. Por eso, los invito y convoco a tomar este tiempo como un verdadero don y transformarlo en una auténtica misión.
¿Qué significa la indulgencia plenaria en medio de la celebración del Año Mariano? Es un regalo de la misericordia divina que llama, propone y ofrece un camino de conversión, que lleva al encuentro personal con el Señor en el sacramento de la reconciliación, donde se nos derrama la gracia y recibimos los abundantes dones de Dios. No se trata de un “blanqueo mágico” sino de un hermoso itinerario o proceso de fe, en el cual se puede experimentar de una manera nueva y fuerte el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¿Cómo podemos vivir este momento de gracia y bendición? Miremos el año litúrgico, profundicemos el objetivo pastoral diocesano de caminar en comunión para anunciar a todos la alegría del Evangelio, y aprovechemos el ritmo de cada comunidad parroquial; todo esto propiciará oportunos caminos para ofrecer estas riquezas del Evangelio de la gracia y la fe. No obstante todo esto, debemos mirar el decreto de la Penitenciaría Apostólica, que nos indica que la indulgencia se podrá recibir, en la condiciones habituales, a cuantos “peregrinasen a la Catedral Basílica de la Bienaventurada Virgen María del Valle o a otro Santuario o templo mariano”.
Teniendo en cuenta lo expresado, quiero proponerles y animarlos a que motiven y organicen pastoralmente a los fieles en esos lugares marianos. De manera especial deseo alentar la participación en el Congreso Mariano Nacional que se celebrará en la ciudad de Catamarca del 23 al 26 de abril de 2020.
En el ámbito de nuestra Diócesis presentaré oportunamente una serie de actos que se llevarán a cabo en el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Fátima, en Nueve de Julio, a la vez que les encomiendo a todos, la tarea de incentivar, de manera especial, la participación en la Peregrinación Diocesana a Luján, que realizaremos el domingo 6 de septiembre.
Dejando a salvo que la indulgencia plenaria se alcanza visitando cualquier templo mariano, sin embargo, pastoralmente convendría que cada párroco o administrador parroquial determine un templo mariano, dentro de la misma jurisdicción parroquial, para centralizar allí todos los actos proponiendo peregrinaciones, catequesis, retiros, celebraciones penitenciales y rezo del Rosario para recibir la indulgencia. Dicho templo puede ser la misma sede parroquial si está dedicada a la Santísima Virgen, o alguna capilla, cuyo título sea una advocación mariana.
Este año jubilar, que Dios y la Iglesia nos regalan, si ponemos los medios necesarios, puede ser una ocasión de renovación en la vida cristiana para aquellos que participan de la vida parroquial, como para aquellos alejados a quienes se les ofrece una ocasión de sanación, liberación y reconciliación, que quizás, andan buscando y necesitando.
Les pido encarecidamente a los sacerdotes que difundan este “Año Mariano Nacional”. Y que lo hagan tratando este tema en las reuniones por vicarías y con sus consejos pastorales parroquiales, intercambiando las experiencias y los materiales que tengan, a fin de aprovechar y vivir intensamente este nuevo jubileo con el cual el Señor, en su Iglesia, quiere renovarnos y transformarnos con su gracia que nos da la santidad. En este camino de seguimiento del Señor, la Virgen Madre se nos presenta y propone como el más grande modelo de vida cristiana en toda su existencia, tal como la presenta la misma Palabra de Dios. La Virgen María es como un espejo, en el cual podemos mirar nuestra vida personal y la vida de las comunidades, para reflejar su testimonio y construir en nosotros auténticos discípulos y fervientes misioneros.
Los bendice con afecto
+Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio