Noticias, Nueve de Julio, Palabras del Obispo
“Celebremos la vida”
El sábado 31 de marzo se celebró la solemne vigilia pascual en la catedral diocesana en donde el obispo, monseñor Ariel Torrado Mosconi exhortó a los fieles a “celebrar la vida”.
Como estaba previsto, durante el oficio religioso se desarrollaron los cuatro momentos de la liturgia. El primero de ellos es el encendido y la bendición del fuego nuevo, que ilumina y alegra la oscuridad, y refleja el resplandor de Cristo. Significativo es el encendido y bendición del cirio pascual, que permanecerá encendido por los próximos cincuenta días. El cirio lleva inscripto las letras griegas ALFA y OMEGA para significar a Cristo como Señor, principio y fin del universo. El segundo momento es la liturgia de la palabra donde se recorren los acontecimientos más importantes de la historia de la salvación. El tercer momento significativo lo constituye la bendición del agua y la posterior renovación de las promesas bautismales. El cuarto momento es la liturgia de la eucaristía.
El obispo diocesano dejó un breve pero contundente mensaje cuando instó a los presentes a entender que vivir es amar. Que esa vida plena proviene del interior y no de afuera.
Por eso argumentó: “La vida que celebramos no es solamente el durar en la existencia: vivir no es durar, vivir es amar. No le creamos al mundo que nos propone una vida superficial y frívola, una vida movida desde afuera. Ya la sabiduría griega explicaba que la vida consiste en moverse por sí mismo, desde dentro. En cambio la mentalidad mundana en lugar de vida nos empuja a una especie de “vidurria”, que es una existencia degradada y superficial”.
Así mismo remarcó que “pretenden movernos desde afuera, como objetos que para sentirnos vivos necesitáramos de impulsos externos”. Entonces ejemplificó: “la diversión que nos ahoga en el alcohol y las drogas, la sexualidad desordenada y desenfrenada que es una caricatura del amor, la ostentación de riquezas y de cosas materiales que nos dejan vacíos; los viajes y el placer del “spa” que nos lleva al hedonismo egocéntrico y la sequedad del alma; la sensación de peligro que nos impele al riesgo y la adrenalina para hacernos sentir vivos. O los juegos virtuales y las redes sociales mal utilizadas que nos llevan a aislarnos del prójimo y a una vida de alienación que nos sumerge en una especie de mundo de fantasía”.
“La vida es otra cosa –señaló-. La sólo vida vale la pena cuando tenemos experiencia de ser amados y de amar. Ser amados gratuitamente y amar desinteresadamente. Ser amados por la misericordia de Dios que nos precede, que no nos ama porque seamos buenos, que nos ama aún siendo pecadores. Su amor gratuito se llama misericordia y es fuente de la verdadera alegría cristiana. La vida eterna que Dios nos regala ya incoada en esta tierra, es la experiencia de ese amor de Dios, que en este mundo lo vivimos por adelantado a través de distintas mediaciones: los esposos en el amor conyugal, los hijos en el amor de sus padres, los hermanos en la ayuda fraterna, los amigos en la entrega mutua. Pero que en la eternidad será la experiencia directa del abrazo eterno del Padre Dios y del verdadero amor humano que no pasará jamás”, finalizó.