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Consagración del mundo, Rusia y Ucrania a María: Unidos en ferviente oración por la paz
“Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz” afirma uno de los párrafos más conmovedores de la oración de consagración pronunciada por el Santo Padre en unión con los Obispos del mundo entero. En nuestra diócesis tal plegaria de consagración se llevó a cabo en el santuario de Nuestra Señora de Fátima a las 13 hs. mientras que el monseñor Torrado Mosconi participó de la concelebración de la Conferencia episcopal en la basílica de Luján.
Días pasados, como primera respuesta y aporte más valioso de los creyentes a la paz mundial amenazada ahora por la guerra en Ucrania, el Papa Francisco convocó al episcopado mundial a consagrar el mundo, la Iglesia, Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María rogando por el fin de la guerra y sus consecuencias. El Romano pontífice lo llevó a cabo en la Basílica de San Pedro en el Vaticano en el contexto de una Celebración penitencial, el Cardenal encargado de la caridad hizo lo propio en el santuario de Fátima en Portugal, la mayoría de las Conferencias episcopales se reunieron para concelebrar la santa Misa en importantes santuarios marianos de sus países, así como otros obispos diocesanos lo hicieron desde sus diócesis, especialmente de las zonas en guerra.
Nuestro obispo diocesano se unió a la concelebración eucarística del episcopado argentino en la basílica de Nuestra Señora de Luján. En la ciudad de Nueve de Julio el acto de consagración tuvo lugar en el santuario diocesano de Nuestra Señora de Fátima a las 13 hs. en un acto encabezado por su Rector el padre Guillermo Gómez y del que participó numerosa cantidad de fieles a pesar de las inclemencias del tiempo. La oración de consagración se llevó a cabo en las comunidades parroquiales en el marco de la santa Misa. En alguna de ellas, se realizó dicha consagración en lugar público con la participación de autoridades locales, instituciones y fieles sumándole un gesto significativo como plantar un árbol de olivo o el intercambio del saludo de la paz entre los presentes.
La oración de consagración pronunciada por el Santo Padre y de la que se hicieron eco, rezándola, millones de fieles, es una súplica confiada, una verdadera profesión de fe y un llamado a la conversión para la paz.
Entre sus primeros párrafos reza: “En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria”. Suplica confiadamente: “Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo”. Y termina rogando fervientemente: “Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas…Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén”.