Noticias, Nueve de Julio
El Carmelo cumplió 55 años de presencia en Nueve de Julio
El 12 de mayo las Hermanas Carmelitas del Monasterio San José de 9 de Julio cumplieron los 55 años de presencia como comunidad religiosa contemplativa en la ciudad de Nueve de Julio.
Su historia se remonta al 19 de marzo de 1962 cuando el flamante obispo Monseñor Antonio Quarracino, viajo junto al entonces Monseñor Eduardo Pironio a comprar estampas a El Carmelo en Buenos Aires. Allí el prelado manifestó su inquietud por llevar a la Carmelitas a 9 de Julio y la Hermana Priora de entonces, no tardo en hacerlo posible.
Su llegada oficial a Nueve de Julio fue el 11 de mayo de 1963. Se instalaron provisoriamente, en la casa paterna del Cardenal Pironio, ofrecida generosamente por este. Apenas un día después se funda el Monasterio San José de las Carmelitas Descalzas y, en febrero del año siguiente, se mudaron al lugar donde se encuentran hoy (Arturo Frondizi 1783).
Del primer grupo fundador de Carmelitas Descalzas viven en El Carmelo actualmente las Hermanas Lucia y María del Carmen, mientras que una tercera, la Hermana María Susana, está radicada en Buenos Aires. A ella, se le encargo que modele el Cristo que donaron las Carmelitas a la Casa del Cardenal Pironio, el 5 de febrero pasado día en que se conmemoró los veinte años de su partida a la Casa del Padre.
La vida del convento, en el que actualmente cohabitan 10 religiosas, es austera. Unen la oración ferviente con el trabajo manual. La oración, el silencio, la vida comunitaria y la meditación marcan los sucesivos días que se acopian tras los años. Actividades que complementan con la fabricación en cerámica de imágenes sagradas y la confección de rosarios y las estampas con las que se solventan. (Ellos se pueden adquirir acercándose al monasterio o solicitando catálogos por mail a carmelitas9dejulio@speedy.com.ar o por teléfono al 42-2325).
Las hermanas viven en clausura pero manifiestan su marcado interés por el mundo que les rodea a quien dedican parte de sus plegarias. Aseguran que el silencio es el camino para sentirse cerca de Dios. De hecho, esas son sus dos misiones principales: la vida de oración y en comunidad fraterna; y rezar por los sacerdotes y por toda la Iglesia.