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El señor nos conforta y renueva
Misa crismal en la catedral de Nueve de Julio
“El Señor nos conforta y renueva para seguir llevando adelante la obra evangelizadora -la vida de toda nuestra Iglesia diocesana- con esperanza, pasión y alegría” afirmó el obispo diocesano de Nueve de Julio, Ariel Torrado Mosconi, al presidir la concelebración eucarística de la Misa crismal en su Iglesia catedral.
La diócesis de Santo Domingo en Nueve de Julio celebró la Misa crismal la tarde del 30 de marzo en la Iglesia catedral de la ciudad, con participación de la totalidad del presbiterio diocesano y de numerosos fieles laicos y consagrados que, luego del paréntesis provocado por la pandemia, vuelven a reencontrarse en esta entrañable manifestación de la Iglesia particular.
Previamente a la concelebración litúrgica, el mismo Obispo fue dando la bienvenida a quienes iban llegando desde sus comunidades de origen, se proyectó un video haciendo memoria del acontecer diocesano a lo largo del pasado año y agradeció tanto la presencia como el generoso y comprometido trabajo evangelizador que cada uno de los presentes lleva a cabo tanto en sus parroquias como a nivel diocesano.
En la homilía, el Pastor diocesano comenzó evocando tres imágenes que ilustran y ayudan a comprender el aquí y ahora de la Iglesia local: la tormenta, las llagas y la reconstrucción. Recordando la imagen de la barca con los discípulos un atardecer de tormenta del evangelio de Marcos, utilizada por el Santo Padre en la oración al comienzo de la pandemia, exhortó a profundizar la esperanza y la confianza superando el desánimo y el desaliento en la vida y en la tarea concreta de la evangelización: “Sin lugar a dudas, estamos asistiendo a un cambio epocal. La pandemia con cuanto significó como disrupción en el rumbo del mundo y sus consecuencias a todo nivel. La guerra en Ucrania junto a otros conflictos, cuando hasta tuvimos la ensoñación de que ya no se repetirían conflictos armados a gran escala. El fantasma siempre amenazante de una escalada bélica nuclear y la reciente caída de importantes bancos, desatando una nueva crisis financiera con el correlativo aumento de la pobreza global, nos pueden en una incertidumbre generalizada”, dijo.
Luego recordó que los pecados de miembros de la Iglesia son un verdadera llaga, herida y enfermedad del cuerpo eclesial y se curan con la gracia de la misericordia en un sincero esfuerzo de conversión, penitencia y reconciliación tanto personal como eclesial: “Un occidente casi completamente secularizado, esa indiferencia religiosa que nos envuelve, clima en el cual respiran ya las jóvenes generaciones junto a una visión de la persona y de la familia hoy cuestionada, atacada y no protegida por la mayoría de las legislaciones civiles. A ello debemos agregar, sin mirar para otro lado, un espíritu mundano que suele contaminar el pensar, sentir y actuar de tantos cristianaos y comunidades, la falta de unidad en la Iglesia, la crisis de los abusos de conciencia, poder y sexuales. En el trasfondo, no podemos dejar de admitir una “mediocridad” en la fe”, prosiguió.
Recordando a san Francisco de Asís como reformador de la Iglesia y aquél llamado de Jesús a reconstruirla en el sueño de la ermita de San Damián, convocó a un esfuerzo entusiasta, responsable y sostenido por reconstruir, reformar y renovar cada ámbito de la vida diocesana, partiendo del propio y personal cambio de vida: “Cabe preguntarse a esta altura: Todo cuanto se hace en nuestra comunidad (catequesis, liturgia, caridad, eventos, proyectos, reuniones, y un largo etc.) ¿evangeliza realmente? Pero la renovación no se trata solamente de un cambio de planes, o de “tirar todo abajo” porque se viene haciendo mal o de apostar por la última novedad pastoral de moda. ¡Hay que recuperar la pasión por evangelizar, el entusiasmo apostólico, el dinamismo misionero, el gusto por comunicar esa alegría que brota sólo del Evangelio vivido!” sostuvo ya al final.
El rito eucarístico incluyó, como cada año, la renovación de las promesas sacerdotales por parte de los presbíteros presentes y la bendición del óleo de los catecúmenos, enfermos y santo crisma. Al finalizar se tuvo un ágape fraterno en las instalaciones de la capilla Sagrado Corazón en la cual se dieron citas las delegaciones diocesanas. (https://fb.watch/jFpmaMNAXw/)
Durante la mañana, los sacerdotes, diáconos y seminaristas tuvieron un momento de oración y desierto, para luego debatir y poner en común impresiones y sugerencias, partiendo de los mensajes del Papa y el Obispo para la Cuaresma junto a lo reflexionado en cada vicaría zonal el mes anterior, a fin de arribar a propuestas concretas de acción.