Noticias, Nueve de Julio
El servicio y la Eucaristía: las dos caras del amor
De sugestiva y sugerente puede calificarse la Misa de la Cena del Señor celebrada por el Obispo diocesano Mons. Ariel Torrado Mosconi en la Catedral de Santo Domingo en Nueve de Julio el Jueves santo. Sugestiva, dado el contexto generalizado de una situación de pandemia global y en un templo vacío de fieles, al contrario de lo que suele ser en estas fechas. Asimismo, la acción litúrgica fue transmitida por radio, televisión, streaming y otras redes, con notable seguimiento de gente desde sus hogares o lugares de trabajo.
La celebración eucarística fue concelebrada por el cura párroco de la catedral Pbro. Guillermo Gómez y el vicario parroquial José Pedraza con el servicio de algunas religiosas y algún ministro para embellecer y solemnizar la celebración, en la medida que las circunstancias lo permiten y ateniéndose a la normativa vigente para esta emergencia sanitaria. La acción litúrgica, toda ella fue sugerente, ya que conmemora aquello que es la esencia de la fe cristiana: el misterio pascual del Señor, manifestado en el mandamiento del amor, como su legado y su presencia en el santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Al no realizarse dos de los ritos característicos de esta misa como son el “lavatorio de los pies” y la procesión solemne para la reserva del santísimo Sacramento luego de la comunión -todo ello a raíz de evitar el contacto o la aglomeración de fieles- puede decirse que su ausencia ayudaron a añorarlos y evocar aún más su sentido, significado y lugar en la vida del creyente y de la Iglesia toda. Se trata de la presencia viva y amorosa del Señor que nutre, renueva y transforma nuestra existencia, mandándonos a evangelizar el mundo mediante el testimonio y un estilo de vida fundado en el amor. Así, el alimento de la comunión eucarística se convierte en el nutriente que sostiene la vida de los cristianos para vivir ese amor y caridad en el mundo. Tales fueron los conceptos vertidos por monseñor Torrado Mosconi en su homilía.
Luego hizo un fuerte llamado a aprovechar la situación de quedarnos en casa para fortalecer los vínculos familiares. ¡La recomposición del gran tejido social global comenzara en casa! El laboratorio donde generaremos el remedio a ese otro virus de la falta de amor, será cada hogar donde estamos re-aprendiendo a convivir, es decir: a amar” concluyó.
Al finalizar la celebración se reservó el santísimo Sacramento en una dependencia de la Catedral desde donde, por transmisión en las redes, se llevó a cabo la Adoración eucarística con meditaciones, reflexiones, cantos y comentarios que iban ofreciendo los fieles de la comunidad parroquial desde sus hogares.