Educación, Noticias

4 noviembre, 2021

Nuestro amigo de los jueves

Cuando nos dimos un abrazo con el Padre Yoni en la parroquia Santa Rosa de Lima de Bragado, previo a la misa exequial de Roberto, le dije: “Nuestro amigo de los jueves”. Durante catorce años viajaba los jueves a Lincoln como Representante Legal del Colegio Nuestra Señora, cenaba con Yoni, luego conmigo todos los jueves y completaba el viernes su tarea y volvía para Bragado.

Pero, además de compartir la cena, surgían de esos encuentros, proyectos, que en Roberto eran hechos, porque así se transformaban nuestras charlas, en hechos. Con Yoni organizaron retiros para los docentes, campamentos adonde el sostenía la importancia de la presencia de un sacerdote, siempre. Fue con Yoni que idearon llevar a uno de esos campamentos a Bariloche algunos chicos del Colegio Hogar Nazaret-de muy bajos recursos-pero pidieron a la siempre generosa comunidad de Lincoln “becas” para cubrir esos gastos-y se produjo un encuentro maravilloso porque allá fueron los ojos inmensos de esos niños que con su asombro y manera de comportarse que, no solo justificaron las becas sino que, los más agraciados fueron sus compañeros del colegio Nuestra Señora al compartir con ellos el viaje y lo que aprendieron de ellos. También con el Padre Francisco animaron los campamentos, una “marca” con la cual Roberto unía, hacía comunidad en los colegios que tenía oportunidad de participar, porque también acercaba a los padres. En lo personal, me hizo muchísimo bien compartir esos jueves con Roberto: me animó a participar de dos viajes maravillosos a Bariloche con los alumnos del Instituto del Profesorado; nos ayudó al Padre Daniel Cuellar y a mí a organizar dos viajes a Salta con gente de la parroquia y el segundo viaje con gente de su Bragado, su madre, Marta, incluida. Nunca dejó de nombrar a su Geral, Juan Cruz y Emilia en las cenas de los jueves, como a su madre, Marta. No dejaba de saludar diciendo “¿Qué haces, querido”? y su sonrisa infaltable, dejando el portafolios en algún sillón para dar un abrazo. Asombrosa armonía de un varón bien puesto y, sin embargo, con una ternura delicada.

Para los sacerdotes el día jueves es un día muy especial. Allí se hace memoria del Señor por la institución de la Eucaristía, del sacerdocio, y del mandamiento del amor. Y para todo cristiano católico el jueves es esencial y, como laico, Roberto lo vivía así.

Siendo muy joven recorrió la diócesis de 9 de Julio haciendo de chofer al Padre Juan Carlos Maturana, visitando todos los colegios católicos del Obispado. Trabajó incansablemente junto al Padre Mariano Cortes, encargado de los jóvenes, en la ida al Encuentro Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, años 2013, adonde se llevó un contingente de 300 jóvenes de la diócesis. Siempre estuvo cerca de nosotros, los sacerdotes, siendo servicial, nunca servil y tenía por los sacerdotes una devoción que nacía de su fe profunda, ofrecía amistad sin ser pegajosa y en la relación siempre quedaba la sensación que quedábamos deudores con él. Cuando hablábamos de Juan, su hermano sacerdote, el “nunca sabía nada” de su hermano y Juan, a su vez, no tenía noticias de Roberto. “Pillos” los dos, supieron tener una prudencia y un trato en el que nunca mezclaron su relación de hermanos con la relación con los otros sacerdotes. Gusto por el respeto, buena educación y modales.

Con el Padre José Luis Rossi, había culminado el recorrido de todos los colegios del obispado, ya que había sido designado para la parte pastoral de los mismos y lo acompañó presentándolo y mostrando los proyectos de un equipo que acompañe a los docentes católicos.

En los colegios católicos, organizo los encuentros deportivos y amistad que se hicieron entre los distintos colegios católicos de la diócesis. Allí también convocaba a los sacerdotes para que estuvieran y acompañaran a sus colegios al evento.

El Padre Liborio en san Martin de Porres es otro de los deudores de Roberto. El Padre Gustavo Sosa lo describía como alguien muy discreto en la parroquia pero que siempre estaba detrás de las cosas para que marchen. Lo sorprendí a Gustavo llorando cuando volvía a la casa parroquial y somos amigos de muchos años y era la primera vez que lo veía así.

Los Obispos, Martin, quien confió en Roberto para darle la enorme responsabilidad de ser Representante Legal siendo muy joven. Nuestro actual Obispo Ariel que lo fue conociendo y poco a poco le fue confiando cada vez más responsabilidades haciendo de Roberto la mano derecha en la JUREC, Junta de Educación Católica de la diócesis. Lo que comenzó como chofer hoy lo estaba haciendo desde otro lugar de la conducción, el más alto, el hombre de confianza de nuestro Obispo.

Pido disculpas si es un poco largo y si me olvido de algún hermano sacerdote a quien Roberto ha ayudado. Pero así quise llamarlo, “nuestro amigo de los jueves”, porque del Cenáculo no solo salió la
Eucaristía, de la que participaba asiduamente, el sacerdocio cristiano, que incluye el bautismal, así nos lo dice la Lumen Gentium en su número 10: “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial no solo gradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo: los fieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante”; del Cenáculo quedo instituido el sacerdocio que en el texto conciliar queda expuesta esa “ordenación del uno al otro” que Roberto vivió en plenitud. Del mandamiento del amor a todos los sacerdotes nos ha quedado su bella sonrisa y su ¿qué haces querido?, que no era postura, sino expresión de su corazón puro y generoso. Por eso, siguiendo el texto de Lumen Gentium, el Señor nos regaló en Roberto un cumulo de virtudes que hicieron de él un laico de “testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante”.

Sé que es apenas una semblanza desde los sacerdotes de la diócesis y que es apenas una partecita de su vida, solo quería que no faltara este agradecimiento al Señor por la vida y las virtudes de Roberto que nos han enriquecido a todos los sacerdotes y Obispos.

A veces el Señor se nos aparece en personas como Roberto y nos recuerda a todos los hombres, varones y mujeres, que “nuestro amigo de los jueves, el mismo Señor Jesús” sigue visitándonos en otros amigos de los Jueves como Roberto, que entregan toda su vida como El y que el Reino sigue caminando hasta su consumación. A nuestro “Amigo de los Jueves”, el Señor Jesús, gracias por regalarnos a Roberto, nuestro amigo de los jueves.

P. Carlos ARIVE