Cuaresma, Noticias

29 febrero, 2024

Ocación de renovación y profundización

Comienzo de la cuaresma en Nueve de Julio

“El Espíritu nos lanza al desierto para impulsarnos a una renovación más honda y una profundización del seguimiento de Jesús” afirmó el obispo diocesano de Nueve de Julio, Ariel Torrado Mosconi, al comienzo del período cuaresmal en preparación a la Pascua.

El Miércoles de Ceniza, 14 de febrero, presidió la concelebración eucarística de inicio de la cuaresma en la Iglesia catedral colmada de fieles, y durante la cual se llevó a cabo el rito de imposición de la ceniza, signo del llamado a la conversión y a la penitencia, característica de este tiempo litúrgico por el cual nos preparamos a la celebración del Triduo Pascual.

En la homilía, el Pastor diocesano comenzó proponiendo el período litúrgico que se iniciaba como una ocasión propicia para una renovación interior, condición necesaria para toda otra renovación de la vida personal y comunitaria: “Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación, acabamos de escuchar. La cuaresma es un tiempo oportuno para renovarnos espiritualmente y, así, renovar toda nuestra vida y la vida de la Iglesia y de la sociedad” dijo. Luego señaló que los caminos o cauces de esa renovación son la oración, la penitencia y la caridad, tal como lo propone la tradición eclesial: “La oración -en este año declarado de la oración por el Santo Padre Francisco como preparación al Jubileo del año que viene- es encuentro y diálogo con Dios, no meras palabras; la penitencia nos lleva por el camino de la humildad y ayuda a purificarnos de nuestras faltas y sus huellas en nuestra vida; la caridad, las obras de misericordia, la limosna como donación de algo de sí mismo, nos hace volvernos hacia nuestro hermanos y no ser indiferentes al pobre y al que sufre” sostuvo. Finalmente exhortó a tener presente que, tal renovación, se hace realidad en la medida que las prácticas exteriores van transformando el corazón, la conciencia, el alma y la vida entera: “Pedimos a Dios, con la oración de la Iglesia, que los gestos exteriores concuerden con nuestro interior más profundo y así se haga realidad la conversión” concluyó.

El domingo 18, por la mañana, celebró la eucaristía en el monasterio “San José” de las carmelitas descalzas en Nueve de Julio donde estaba realizando la visita canónica, en la homilía, apelando a la imagen del desierto que aparece en el Evangelio de Marcos proclamado en este primer domingo cuaresmal, afirmó: “El mismo Espíritu nos impulsa al desierto de nuestro interior en este tiempo cuaresmal, lugar del silencio, la tentación y la lucha espiritual. Es una oportunidad para la conversión, identificando nuestros propios demonios, en el sentido que lo tomaban los padres del desierto, como aquella debilidad, vicio o pecado capital, allí donde me aprieta el zapato, para, desde ahí, iniciar el camino de conversión”.

La tarde de ese día, presidió la santa Misa en la Iglesia catedral. Comentando los textos del día en la homilía, sostuvo: “Una de las formas de la tentación es la mundanidad -como gusta denominarla el Papa Francisco- es la lógica, la escala de valores, los vicios del mundo que se nos contagian y también pasan a dirigir nuestra vida. Una mentalidad egoísta, anti vida, cerrada a la trascendencia”. Luego siguió diciendo que a este tipo de tentaciones se le opone la lógica, la escala de valores del evangelio, de las bienaventuranzas: “Jesús nos hace salir de esa mundanidad, llamándonos a la conversión y proponiéndonos la lógica de su Evangelio”. Finalmente, recordó que, así como a Jesús lo tentó el demonio, también lo sirvieron los ángeles: “Dios no nos hace faltar la ayuda de su gracia en las luchas de la vida, como a Jesús, también nos envía a sus ángeles para que  nos sostengan en la lucha y en la vida”.