Noticias, Reflexiones
Preguntas y respuestas sobre el por qué del llamado a la Santidad
1. ¿Por qué el Papa escribe esta Exhortación, y por qué ahora?
Una de las tareas principales de la Iglesia, en todo periodo histórico, es
ayudar a las personas a ser santas. Actualmente, ser santo puede ser
distorsionado por ideas engañosas o mitos sobre la santidad. Por ello, el
Papa Francisco “exhorta” a sus seguidores a comprometerse en un
camino que tiene lugar en lo concreto del aquí y ahora de nuestras vidas
cotidianas, a través de pequeños gestos y detalles, guiados cada vez más
por la gracia de Dios.
En Evangelii Gaudium, el Papa Francisco habló del llamado a todos los
fieles a ser discípulos misioneros; Gaudete et Exsultate trata sobre la
misión en el corazón de ese llamado, a estar en relación con Jesucristo,
quien no sólo nos invita a ser santos sino que nos capacita, a través de su
gracias, para alcanzar la santidad. La santidad es para cada uno de
nosotros, no para un grupo selecto. La santidad es nuestro destino, es lo
que Dios ha planeado para cada uno de nosotros, y a la vez no hay nada
intimidante o abrumador en ello sino que es más bien una liberación, un
modo para convertirnos en lo que realmente somos.
2. ¿Qué es nuevo en Gaudete et Exsultate?
Gaudete et Exsultate es diferente de otros documentos precedentes en el
tono y en el énfasis.
En primer lugar, la Exhortación está dirigida personalmente a cada uno
de nosotros, cualesquiera que sea nuestro estado en la vida o nuestro
nivel de educación o de desarrollo. En ella el Papa Francisco utiliza la
expresión singular informal tú (en las lenguas latinas), que es como nos
dirigimos normalmente a nuestros amigos y familiares. Por tanto,
francisco está ofreciendo una invitación personal a seguir a Cristo.
En segundo lugar, es deliberadamente laica en su lenguaje y en su
invitación, dirigida a personas que viven en el mundo, que tienen
trabajos y familias, y vidas atareadas con diversas ocupaciones. El Papa
Francisco quiere que la gente sepa que no necesita una educación o un
título especial, o hacer votos religiosos: tan solo un corazón abierto y un
deseo de pasar tiempo con el Señor en oración y a través de la lectura del
Evangelio. También quiere que la gente sepa que la Iglesia tiene todo lo
que necesitan para ser santos, y que está a su disposición.
En tercer lugar, el Papa nos muestra, de forma muy práctica, cómo vivir
el camino hacia la santidad, y cómo esto nos hace más vivos y
humanos.
3. ¿Cuáles son los puntos prácticos? ¿Cómo sugiere a la gente
entrar en el camino a la santidad?
Mucho de lo que el Papa Francisco sugiere se conoce bien en la vida
católica: hacer tiempo para la oración, frecuentar los sacramentos de la
Eucaristía y la Confesión, hacer un examen de conciencia diario, y leer
el Evangelio con frecuencia, para que la vida de Cristo y la nuestra se
identifiquen cada vez más. Y hace una clara conexión entre estas
actividades “espirituales” y las acciones enraizadas en la misericordia.
De hecho, dice que no pueden separarse, pues la autenticidad de nuestra
oración se mostrará en cómo de humildes y misericordiosos nos
convertimos y actuamos. Esto está basado en el Evangelio de Mateo,
cuando Jesús ofrece un camino claro hacia la santidad en las
Bienaventuranzas del Capítulo 5. Más adelante, en el Capítulo 25
leemos sus preguntas desafiantes que nos dan “un claro criterio por el
que seremos juzgados” al final de nuestras vidas, a saber, cómo
respondimos a las necesidades concretas de los demás, especialmente de
los más pobres. No hay santidad sin esto. Implica creer, rezar y hacer, de
manera inseparable.
4. El documento tiene un capítulo entero sobre dos antiguas
herejías. ¿Por qué el Papa Francisco parece tan preocupado por
esto?
El Papa Francisco se ha referido con frecuencia al peligro de las
versiones modernas del Gnosticismo y del Pelagianismo, y un
documento del mes de febrero publicado por la Congregación para la
Doctrina de la Fe llamado Placuit Deo lo explica en detalle. Son
tentaciones muy reales para cualquiera que esté atraído por la fe
cristiana. De hecho, son maneras de buscar la salvación no a través del
poder de Cristo sino a través del poder de las ideas o del esfuerzo
humano. El Papa Francisco explica esto en un lenguaje fácil para que
todo el mundo, no sólo los teólogos, puedan ser conscientes de estos
peligros.
Nos explica, por ejemplo, que tenemos que estar alerta de ideas
maravillosas que parecen explicar todo de una forma lógica compleja, o
con un excesivo énfasis en las reglas y en los métodos. El punto
importante es que alcanzamos la salvación – somos santos – no por
nuestras ideas sofisticadas o nuestros enormes esfuerzos sino por estar
constantemente abiertos a la asistencia que Dios nos ofrece en nuestra
debilidad. Esta ayuda, que es la Gracia, no es una recompensa para los
justos, sino que es un modo para asistir a los necesitados que se vuelven
hacia Dios. Asimismo, el Papa Francisco dice que lo más importante es
el modo en que respondemos a nuestros hermanos y hermanas más
pequeños. No estamos justificados por nuestras obras y esfuerzos, sino
por la gracia de Dios, quien siempre tiene la iniciativa. La gracia es el
don gratuito que Dios nos da – incluido nuestro propio deseo de ser
santos. Ser santo trata de una progresiva transformación como respuesta
al don gratuito de Dios aceptado y recibido libremente por nosotros.
5. Los párrafos 43 y 44 hablan de doctrina, y explican que en la
Iglesia hay muchas maneras de interpretar la doctrina – o nuestra
comprensión sobre ésta – y que no es un sistema cerrado. ¿No es
esto una crítica implícita a pontificados anteriores, que trabajaron
duro para reafirmar el pensamiento tradicional de la Iglesia?
El Papa Francisco no alerta aquí en contra de la claridad doctrinal o del
uso de la razón sino contra los intentos de unificar la doctrina en un
sistema intelectual único, monolítico, que no deje espacio para el matiz o
la diversidad. De hecho, es difícil de entender gran parte de la doctrina
católica solamente con la razón; su verdad sólo puede captarse
contemplándola, más que explicándola. La razón tiene su espacio, pero
la verdad de Cristo se encuentra más allá de la razón.
6. El párrafo 58 es un ataque feroz a aquellos que quisieran hacer
de la Iglesia una pieza de museo o un club para unos pocos selectos.
¿A quién se refiere el Papa?
El Papa Francisco alerta aquí sobre los “nuevos pelagianos” dentro de la
Iglesia: no se refiere a nadie en particular, ni a ningún grupo específico,
sino a cualquiera que tenga tendencias a la obsesión con la ley, a una
preocupación puntillosa con la liturgia, la doctrina y el prestigio, entre
otras cosas. Obviamente, no quiere decir que la liturgia y la doctrina no
sean importantes, sino que cuando los católicos se vuelven obsesionados
con esto, puede ser un signo de que están acercándose a actitudes
gnósticas o pelagianas.
7. ¿Por qué el Papa insiste tanto en el peligro de las habladurías?
(Párrafo 87)
El Papa se ha referido con frecuencia anteriormente a las habladurías, y
se ha referido a ellas como una forma de violencia que destruye
comunidades, sembrando la división y la sospecha. El peligro es mayor
ahora porque los medios modernos de comunicación hacen tan fácil la
difusión de noticias falsas (¶115); nos recuerda el Octavo Mandamiento
que alerta sobre levantar falso testimonio. El lado positivo de esto es
un ejemplo que ofrece muy práctico de alguien que rechaza involucrarse
y difundir habladurías.
8. En el párrafo 98, el Papa Francisco pone un ejemplo de cuando
encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche
fría. ¿Sugiere que estoy obligado a ayudar a esa persona allí y en ese
momento?
El Papa no ofrece una norma, sino que ilustra cómo la santidad cambia
el modo en que vemos el mundo, y especialmente cómo vemos a
nuestros hermanos. Si veo a esta persona no como un problema sino
como un hermano o hermana en necesidad, entonces estoy viéndole
como si fuera a través de los ojos de Cristo. La acción que fluye de esto
dependerá de varios factores. En el párrafo siguiente menciona cómo
sufrimos “una sana y permanente insatisfacción” cuando contemplamos
el mundo de esta manera. Es una señal de nuestro crecimiento en la
santidad.
9. Sin utilizar la palabra aborto, el Papa parece argumentar en el
Párrafo 101 que hay un equivalente moral entre el aborto y varias
otras prácticas que destruyen la dignidad humana. ¿Es así?
El Papa Francisco está criticando aquí una actitud no santa que separa un
espacio de preocupación ética del resto, y lo absolutiza. Ofrece un
ejemplo muy común de un católico que cree apasionadamente en la
causa pro-vida y a su vez desestima el compromiso social de otros
católicos como si fuera algo ‘político’. El llamado a la santidad requiere
una visión más amplia, la del amor al prójimo entendido como interés
por todo el que está amenazado en su dignidad. Dos de los muchos
ejemplos son una familia forzada a huir de su casa por la violencia, o
alguno que ha sufrido la trata y ha caído en la prostitución. Al no poder
estar igualmente interesados todo el tiempo con cada amenaza a la
dignidad humana, deberíamos estar agradecidos porque otros están
respondiendo a lo que nosotros no podemos.
10. En los Párrafos 102 y 103, el Papa se refiere a los migrantes, y
dice que no se trata de un concepto inventado por un Papa, o una
moda pasajera. ¿Está el Papa sugiriendo que todos los migrantes
han de ser bienvenidos? Ya que este es uno de los asuntos políticos
más importantes en todo el mundo, ¿no está politizando el llamado a
la santidad?
El Papa nunca ha dicho que todos los migrantes han de ser recibidos o
bienvenidos. Ha alentado a los países más ricos a ser generosos, y a
entender que los inmigrantes pueden integrarse en las sociedades a las
que llegan. Siempre ha hablado de construir puentes, y contra los muros
que dejan fuera a las personas. Ha hablado de la importancia de ver a los
migrantes no como estadísticas sino como personas. Y aquí en concreto
dice que la situación de los migrantes no es un asunto ético “secundario”
o menor. El llamado a la santidad es un llamado a poner el Evangelio en
acción, lo cual también significa dar la bienvenida al forastero (Mt
25:35).
11. En los Párrafos 160 y 161, el Papa pone mucha atención en el
diablo. ¿Esto quiere decir que también presumiblemente cree en el
infierno?
El Papa Francisco se ha referido con frecuencia al infierno en otros
contextos. Aquí no menciona el infierno sino el diablo, y dice que
cualquier camino hacia la santidad implica estar asediado por el enemigo
de la santidad. Esto es un combate constante, no un suceso único, y por
ello es clave estar vigilantes: si pensamos en el diablo como un mero
símbolo o idea, bajaremos la guardia. Pero en la Iglesia el Señor nos da
armas potentes contra los esfuerzos del diablo, en particular nos da el
don del discernimiento, que es necesario sobre todo en nuestro mundo
de hoy en el que hay tantas distracciones que parecen buenas en la
superficie. La santidad es una consecución de victorias sobre las
tentaciones del diablo.