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2 abril, 2021

Salir de nuestra zona de confort: peregrinos, servidores y eucarísticos

Estas tres dimensiones de la vida cristiana: peregrinos, servidores y eucarísticos fue lo que estructuró la reflexión de monseñor Torrado Mosconi al presidir la Misa de la Cena del Señor en la Iglesia catedral “Santo Domingo de Guzmán” este jueves santo. La solemne misa estuvo concelebrada por el Arzobispo Alfredo Zecca, ex Arzobispo de Tucumán y ex rector de la Universidad Católica Argentina, quien se encontraba de visita en esta ciudad y por el párroco de Nueve de Julio Pbro. Guillermo Gomez. El servicio litúrgico del altar estuvo a cargo de seminaristas de la diócesis.

El jueves santo la Iglesia inicia el sagrado Triudo pascual con la celebración de la última Cena del Señor en la Misa vespertina en la cual se recuerda el mandamiento nuevo del amor, la institución del sacramento de la eucaristía y del sacerdocio ministerial. El obispo diocesano presidió tal celebración eucarística en el templo catedralicio recientemente restaurado.
En la homilía se refirió a tales misterios centrales de nuestra fe diciendo: “Se trata de tres dimensiones que son esenciales al seguimiento de Jesús. En primer lugar ser peregrinos. Tal como hemos escuchado en la primera lectura, Dios le indica a Moises que la comida pascual se realizará estando ceñidos, con las sandalias puestas y con el bastón en la mano, esto es prontos y preparados para salir a caminar. También nosotros tenemos que estar dispuestos siempre a que Dios nos vaya indicando un nuevo camino. Como creyentes somos nómadas en esta vida, no sedentarios. Debemos estar preparados hacia nuevos desafíos que se nos presenten. Tantas situaciones que de repente cambian nuestra vida: una enfermedad inesperada, la muerte de un ser querido, un fracaso en nuestros proyectos o nuevas oportunidades que se nos abren en nuestra vida profesional, en fin, debemos estar abiertos a los cambios que Dios quiere o permite en nuestra existencia. No podemos vivir instalados y apoltronados en nuestra zona de confort. También esta pandemia que vive la humanidad es un desafío que nos abre a cambios que nos han desestabilizado y nosotros debemos responder con generosidad y creatividad espiritual.”. Prosiguió afirmando: “ La segunda dimensión de la vida cristiana que nos enseña hoy la liturgia al recordar la última cena es el servicio. El Maestro nos enseña a ser servidores, de rodillas ante nuestros hermanos.  Nos exhorta a que estemos dispuestos a lavar los pies de nuestro prójimo. No vamos a poder salir adelante de esta situación crítica que estamos atravesando por la pandemia si no comprendemos que debemos ser servidores los unos de los otros”. Para terminar convocando a: “ser eucarísticos. ¿De dónde vamos a sacar las fuerzas para seguir peregrinando y no bajar nuestros brazos en el servicio? Sólo comiendo del Pan de Vida encontraremos las fuerzas”
Luego de la predicación tuvo lugar el sugestivo y entrañable rito del Lavatorio de los pies con el cual el mismo Jesús quiso indicar y significar el mandamiento nuevo que dejaba a sus Apóstoles como su testamento para ser llevado a cabo por sus discípulos de todos los tiempos. 

La santa Misa prosiguió como de costumbre realzada por los cantos y aclamaciones que resaltaron la fuerte significación y connotación eucarística de este día. Luego del rito de la comunión se trasladó solemnemente el santísimo Sacramento eucarístico en un lugar especialmente adornado para recordar este día de la institución, reservarlo para la comunión del viernes santo y tener un momento posterior de adoración con los fieles.

El templo permaneció abierto una vez finalizada la celebración y fue la ocasión para que muchos fieles pudieran acercarse a tener un momento intenso de oración en presencia del Señor en la sagrada eucaristía. Es para destacar el cuidado con que se siguió -tanto por parte de los encargados de la liturgia como de los participantes- la normativa sanitaria vigente a fin de evitar contagios.