Noticias, Pascua
Un paso que abre el camino a la esperanza
Domingo de Pascua en Nueve de Julio
“La celebración de la muerte y resurrección del Señor, reaviva nuestra esperanza, para vivir de un modo nuevo y llevar a los demás” fue el mensaje del obispo diocesano, Ariel Torrado Mosconi, en las celebraciones de la vigilia y el domingo de Pascua.
Al anochecer del sábado 30 y durante el domingo 31, el obispo de la diócesis de Santo Domingo de Nueve de Julio presidió la Vigilia pascual en la Iglesia catedral, la Misa de Pascua en el Carmelo “San José” y la Misa vespertina en la catedral sucesivamente.
Después de la bendición del fuego nuevo, el canto del “Exultet”, del Gloria y el Aleluya pascual, y de la proclamación de las lecturas de la vigilia, monseñor Torrado Mosconi, en la homilía, se refirió a cuatro realidades que son evocadas en la liturgia de la noche: la luz, la Palabra, el agua y el pan. “La luz nos recuerda la esperanza que la Pascua enciende en nuestra vida, ayudándonos a levantarnos y seguir adelante a pesar de nuestras cruces”. “La Palabra nos guía, conforta y llena de la alegría que viene de Dios, y tiene que hacerse vida en las obras”. “El agua nos recuerda la misericordia de Dios que nos lava, purifica, del pecado. Pensemos de qué tenemos que ser purificados hoy”. “El pan, es el pan de la eucaristía, el Pan de la vida, la comunión con el Resucitado, el alimento que nos ayuda a permanecer en su amor”. La Vigilia prosiguió con la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales para culminar con la liturgia eucarística, al final de la cual se tuvo el canto del “Regina coeli” como saludo pascual a la Santísima Virgen y la bendición solemne.
Por la mañana, en el monasterio carmelitano, el Pastor diocesano comenzó afirmando: “La mañana de resurrección nos recuerda que cada día volvemos a la vida, que cada día debemos es como un volver a resucitar”. Para luego continuar: “Pensemos también en la piedra removida de la entrada del sepulcro ¿qué debemos remover de nuestras vidas para encontrar al Señor resucitado?”. Finalmente invitó a: “Reavivar la esperanza, ya que ella nos muestra el camino y la meta para llegar a la Pascua eterna, mientras vivimos el día a día como resucitados”. Junto a la profesión de fe, las monjas carmelitas hicieron la renovación de sus votos de consagración.
Al atardecer, el Obispo Ariel, presidió también la solemne misa de pascua en la Iglesia catedral. En la homilía, hizo alusión a tres imágenes sobresalientes de la liturgia del día: el amanecer, la piedra y el camino. “la mención de que las mujeres salieron muy de madrugada manifiesta el deseo de las mujeres por ir al encuentro del Señor. La prontitud de su salida manifiesta el ansia de Dios, su amor a Cristo. Esto nos debe hacer plantear nuestra búsqueda de Dios. ¿Qué lugar le damos a la oración y la espiritualidad en nuestras vidas?” dijo refiriéndose al amanecer. Luego prosiguió: “La piedra: es aquello que nos impide la verdadera alegría pascual. Esa pesada piedra puede ser una enfermedad, el duelo por la pérdida de un ser querido, un fracaso profesional, divisiones en la familia, frustraciones de proyectos y hasta la misma muerte. Sin embargo, esa pesada piedra ha sido removida por Dios. La pascua nos manifiesta el poder de Dios para remover aún las piedras más pesadas. Por eso ninguna de ellas puede quitarnos la alegría pascua”. Finalmente afirmó: “El camino: la experiencia de la pascua pone en movimiento a todos. Las mujeres que van al encuentro de los apóstoles. Pedro y el otro discípulo que corren hasta el sepulcro. Es que la Pascua no nos puede dejar quietos, nos mueve a llevar el testimonio de la alegría y la esperanza. Por eso la pascua también a nosotros nos tiene que poner en movimiento para salir de la tristeza y el encierro melancólico de la negatividad y la queja para ser testigos de la esperanza”.