Palabras del Obispo
A sesenta años de su nacimiento la Iglesia diocesana vuelve a escuchar el llamado de Jesús a remar mar adentro
Mensaje de Mons. Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio
con motivo del 60º aniversario
de la creación de la Diócesis
Nueve de Julio, 11 de febrero de 2017
Cuando contemplamos con mirada creyente el devenir de la historia, un aniversario es mucho más que una fecha del calendario a recordar. Nuestra visión cristiana de la realidad nos permite considerar la existencia humana, los procesos de los pueblos y las sociedades, y la misma vida eclesial, como “historia de la salvación” en la cual el Dios vivo y verdadero se hace presente y actúa por su infinita misericordia. El recuerdo de una fecha histórica es una ocasión propicia, una buena oportunidad -un “kairós”, diríamos en lenguaje bíblico- para aprender las lecciones del pasado, asumir el presente en la dinámica de la gracia salvadora con actitud de fe y proyectarnos al futuro con esperanza.
El sábado 11 de febrero de 2017 se cumplen 60 años de la creación de nuestra diócesis de Santo Domingo de Guzmán en Nueve de Julio por parte del Papa Pío XII mediante la Bula -como así se llaman estos documentos papales- “Quandoquidem adoranda” (primeras palabras de este escrito en latín que significan: “desde que la adorable voluntad de Dios”). Es por este motivo y desde esta perspectiva, entonces, que comparto con Uds. algunas reflexiones de cara al presente, al “hoy”, de nuestra querida Iglesia particular. Meditemos sobre la vida eclesial diocesana desde el prisma de tres palabras, que bien pueden ser luego sendas actitudes pastorales: preguntarnos, proponernos y animarnos. Desearía de todo corazón que este año sexagésimo, junto al jubileo de Nuestra Señora de Fátima patrona de la diócesis, no pasen como una fecha más sino que incidan realmente e intensamente en la obra de la evangelización.
Preguntarnos
“Iglesia que dices de ti misma” fue la pregunta que el Papa bueno san Juan XXIII dirigió a la esposa de Cristo en los albores del Concilio. Preguntarnos implica hacer memoria y aprender del pasado, plantearnos quienes somos, dónde estamos, qué debemos hacer y hacia dónde debemos ir. Cómo y de qué modo llevaremos a cabo la obra evangelizadora aquí y ahora. En definitiva: cuál es la voluntad de Dios para con nosotros, qué se nos pide el Espíritu como Iglesia particular en este momento para estar a la altura de las exigencias de nuestro tiempo. Actualizando aquel interrogante podemos decir ahora: Iglesia en Nueve de Julio ¿dónde estás a sesenta años de tu nacimiento?
Proponernos
La realidad se nos hace presente cada día tocando nuestro corazón, clamándonos, desafiándonos y pidiéndonos el mensaje de la buena noticia y el bálsamo de Cristo. La enseñanza eclesial es clara y constante, particularmente desde el Concilio hasta el Papa Francisco, llamándonos a ser una “Iglesia en salida, hospital de campaña” en la empresa de la nueva evangelización. Ello nos llevará, en directa fidelidad al Evangelio, a estar cerca de los más pobres y sufrientes, de los más alejados y los pecadores, de las perisferias geográficas y existenciales.
Al mismo tiempo vuelvo a proponer crear espacios de contención para los jóvenes en cada una de nuestras comunidades, pensando especialmente en los más vulnerables a la problemática de las adicciones. No podemos desconocer que uno de los flagelos más agudos y lacerantes de nuestra sociedad argentina es el avance del narcotráfico y la drogadependencia con todo lo que ello implica de corrupción, violencia y decadencia socio cultural. Y porque, sobre todo, “hipoteca” el futuro de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Recordemos que la temática a tratar por el próximo Sínodo de los Obispos serán los jóvenes con lo cual se quiere responder a un verdadero “signo de los tiempos”. Tal opción pastoral no podrá estar desgajada ni desintegrada de la pastoral orgánica y ordinaria de la parroquia, y especialmente vinculada con el cuidado y atención de las familias o pastoral familiar. ¡La realidad llora a las puertas de la Iglesia y nosotros no podemos dejarlas cerradas!
Asimismo renuevo el llamado a una verdadera “conversión pastoral”. Tal renovación del apostolado no se lleva a cabo eficazmente sino no es en unidad efectiva y afectiva que supone humildad en el diálogo, generosidad en el trabajo integrado y una constante actitud de servicio más que de protagonismo o preponderancia de la propia opinión o el éxito del propio grupo.
Por todo ello los exhorto a seguir trabajando para aunar, en una sólida y orgánica comunión, los criterios pastorales y las acciones de las parroquias, instituciones, movimientos y grupos eclesiales presentes en la diócesis, teniendo como meta cierta y única el anuncio y el testimonio de la fe. Unamos esfuerzos a fin de no desperdigar las riquezas de nuestros grupos eclesiales y ayudándonos unos a otros para dar más fuerza y credibilidad a la misión eclesial. ¡La vitalidad de una Iglesia particular se deja ver en la fecundidad de su comunión!
Animarnos
“¡Remar mar adentro!” es la consigna de Jesús a los discípulos y el lema que inspiró a la Iglesia en la Argentina al emprender una nueva evangelización. También hoy puede y debe seguir animando la acción pastoral orgánica de nuestra Iglesia diocesana. Esta consigna evangélica debe despertar la mística evangelizadora y ser el fundamento de una espiritualidad apostólica en todos nuestros agentes de pastoral. Animarnos a salir de nosotros mismos, a superar las barreras de nuestro pequeño grupo eclesial, a mancomunar esfuerzos, a trabajar, a ponernos como objetivo responder a los verdaderos problemas de la realidad, y a proponernos metas comunes. ¡Remar mar adentro es abandonar la seguridad de la comodidad o la parálisis del temor para asumir el riesgo de la esperanza!
Cada obispo lleva en su mano un anillo signo de su desposorio con la Iglesia de Cristo que se le ha confiado. También para mí mismo me recuerda cada día lo que debo ser para Uds., me llama al propósito renovado de ser padre y pastor fiel y misericordioso, animándome a continuar con generosa entrega el ministerio que se me ha confiado. Invocando la intercesión de Nuestra Señora de Fátima y de Santo Domingo de Guzmán, los bendice con afecto de todo corazón.
+Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio