Palabras del Obispo
Homilía de Corpus Christi
Homilía de Mons. Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio
en la Solemnidad de Corpus Christi
Nueve de Julio, Iglesia Catedral
26 de mayo de 2016
La tradicional celebración anual del Corpus tiene como fundamento el reconocimiento de que nosotros creemos en un Dios cercano, que se ha querido quedar entre nosotros de manera sencilla y humilde en la apariencia de un pedazo de pan.
Esa cercanía es una invitación a frecuentar un trato de amistad con Jesús que ha querido habitar con nosotros.
Es por eso que también salimos a nuestras plazas y recorremos nuestras calles mostrando que nuestro Dios se ha hecho vecino, cercano, uno más entre nosotros. Dios vive en Nueve de Julio, habita en nuestra ciudad y recorre nuestras calles.
En el evangelio de la liturgia de hoy se nos ofrece el relato de la multiplicación de los panes. El pan es el alimento fundamental, hasta el extremo que se ha convertido en un sinónimo de comida, por eso el pan simboliza todas las necesidades humanas y espirituales; y hasta la misma Palabra de Dios y la Eucaristía.
Yo quisiera que profundicemos en cuatro tópicos que nos sugiere la palabra del Señor y que viene a iluminar la realidad de nuestra vida.
1. Hacernos cargo del hambre de nuestros hermanos
El hambre de nuestros hermanos –sus necesidades vitales, todo lo que le hace falta para vivir- no es un problema del otro. A veces, al igual que los discípulos, caemos en la tentación de pensar que no nos compete a nosotros solucionar las necesidades de los demás.
El individualismo nos puede llevar a la tentación de creer que cada uno es responsable de lograr satisfacer sus necesidades y las de su familia. Cuando no puede hacerlo, lo consideramos un inútil o un vago.
No es cristiano pensar “que cada uno se arregle como pueda”.
Debemos pasar de la preocupación a la ocupación. Jesús los compromete a hacerse cargo y a poner manos a la obra. Ante la inquietud poco comprometida de los discípulos, Jesús los hace responsables a ellos “Denles ustedes de comer”.
También nosotros debemos procurar no quedarnos en estériles lamentos o en quejas lastimosas sino que debemos hacernos cargo de ofrecerle pan al hermano. Pero no se trata de regalar lo que se debe ganar con esfuerzo. El llamado del Señor “denles ustedes” es una exhortación al trabajo nuestro y al de enseñar a trabajar. Trabajar por el bien común, superar la mentalidad subsidio fácil y recomponer la cultura del trabajo. ¡Qué hermoso y digno es que el pan llegue a nuestra mesa como fruto del esfuerzo! Y que ese pan sobreabunde, para que podamos compartirlo y para que llegue hasta la mesa de los más pobres.
2. El problema del hambre se soluciona en comunidad
Jesús manda hacer sentar a la multitud en pequeños grupos. El pan es para comer sentados en una misma mesa. El pan se corta con la mano para distribuirlo, compartir el pan es agruparse y significa la unión de los comensales.
Es que si no nos hacemos y sentimos comunidad jamás podremos solucionar nuestras necesidades. Debemos hacernos familia, Dios no tira el alimento a las multitudes, sino que ofrece el pan a la comunidad.
De aquí que sea tan necesario en una comunidad, y en la sociedad toda, el sentarnos a la mesa para dialogar para acrecentar los vínculos de comunión e ir buscando entre todos los medios para concretar el bien común.
3. El compartir hace que lo poco se vuelva sobreabundante
Compartir lo que tenemos, aunque sea sólo cinco pancitos, es lo que hará que no falte nada a nadie. El pan no es para guardar, es para compartir. En el padrenuestro pedimos el pan de cada día. El pan que se guarda se pone duro y ya no sirve. El pan es para compartir tierno, sin “amarretismos” ni tacañerías. El Señor nos invita a compartir con alegría.
¡No tengamos miedo a ser generosos y compartir: son las verdaderas inversiones de la vida!
Tanto en el seno de la comunidad eclesial como en las instituciones y organismos de nuestra sociedad, deberíamos preguntarnos, plantearnos, proponernos cómo hacer concretamente para que no falte a ninguna persona ni a ninguna familia lo necesario para una vida digna.
4. Lo que sobra no se tira.
Aprender a ver los bienes materiales como un don precioso de Dios que no se puede desperdiciar. Así como nos han enseñado de niños que si se cae un pedazo de pan no se tira sin antes besarlo, así debemos cuidar los dones de Dios. No podemos despilfarrar, derrochar los bienes que Dios nos concede. Eso vale para tener presente que el dinero y los bienes materiales deben ser usados con responsabilidad y que debemos cuidarnos del consumismo frívolo y de la ostentación en lujos que es ofensiva para los pobres.
¡Qué bueno sería educar a nuestros chicos y jóvenes en la austeridad y la generosidad!
Que la fiesta que celebramos nos llene de gozo y compromiso para vivir la enseñanza de Jesús no mirando para el otro lado sino haciéndonos cargo del hambre del hermano, trabajando por ser familia y comunidad, compartiendo los dones de Dios y valorando el pan como un valioso regalo de Dios, sin jamás malgastarlo.
Celebrar, adorar, y misionar. Que la celebración de la Eucaristía y su prolongación en la solemne procesión nos lleve a adorar y misionar por las calles de Nueve de Julio y nos comprometa públicamente como cristianos a ser coherentes con el evangelio.
+Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Nueve de Julio