Palabras del Obispo

Llamados a trabajar por la vida

 

(Eclo 2,7-11; Sal 111, 1-9; Lc 12, 32-34)
Homilía del Obispo de Nueve de Julio durante la Misa de las fiestas patronales,
el martes 7 de agosto de 2018, en la capilla San Cayetano

 

En esta fiesta de San Cayetano los invito a comenzar nuestra celebración contemplando al  Niño que nuestro Santo acoge en sus brazos. Es un Niño a quién también muchos le quisieron cerrar las puertas en Belén, sin embargo, encontró en María y José el amor de la acogida y protección. Así también nosotros, los que honramos a San Cayetano, queremos recibir la vida que viene y como venga. Porque sabemos que la vida no es un peligro del que hay que defenderse sino un don.

Nadie nace porque quiere, estamos en la vida porque -como quiera que sea- nos han traído. Seguramente para muchos de nosotros la situación de nuestras familias no fue la mejor cuando se abrieron a ese don, tal vez se apoyaron en aquél dicho de que “cada hijo viene con el pan bajo el brazo” para animarse a recibirnos con esperanza. Y así tal vez también ha sido cuando ustedes han recibido a sus propios hijos.

Sin embargo, para quienes intentamos ver “más allá”, nos damos cuenta que  cada vida humana es mucho más que una casualidad o un accidente. ¡La vida es siempre un regalo, es un llamado! Somos llamados a vivir. Durante toda la preparación a nuestras fiestas patronales hemos oído, se ha repetido y ha resonado la palabra “llamados”. Sí, la vida es un llamado y, a lo largo de ella, somos llamados de muchas maneras y para muchas tareas. Para quienes somos creyentes, miramos la vida en clave de fe, ahí vemos como Dios tiene siempre la iniciativa amorosa, nos “primerea” -como gusta decir el Papa Francisco- nos llama por amor, para darnos su amor, para que vivamos y trabajemos con amor superando el egoísmo, raíz de casi todos los males. ¡Así como el amor es respuesta, solución y remedio a la mayoría de nuestros males.

Para alimentar la vida necesitamos del pan. Sin pan no hay vida digna. Por eso de manera especial abrimos nuestras manos a la providencia de Dios, por intercesión de san Cayetano,  para que no falte el pan en ninguna mesa de los argentinos. Y a la vez, con las manos abiertas, queremos compartir con los hermanos el pan, sin guardarlo con actitud angurrienta y egoísta. El pan que se guarda se pone duro y ya no sirve.

El lema de este día de San Cayetano es “llamados al trabajo”. Es importante y necesario saber que el trabajo honesto es la verdadera forma de ganarse y construir la vida propia, familiar y de la patria toda. Con el trabajo no solamente subsistimos sino que vamos desarrollándonos, madurando, realizándonos como personas. Alguien que no tiene trabajo o que no quiere trabajar, le está faltando algo como ser humano. Es muy cierto que los argentinos debemos recuperar la cultura de la laboriosidad, el esfuerzo y el trabajo ¡Qué lindo, que sano es poder contemplar el fruto del propio trabajo! ¡Cuánta alegría y satisfacción hay en una persona cuando puede mostrar y contar, por ejemplo: estas verduras son de mi quita, con fulano trabajamos en tal obra, nosotros hicimos las gestiones para ese emprendimiento, etc.

En estos tiempos de crisis y confusión ¡No perdamos la confianza y la esperanza!  Y porque la vida es un llamado y un regalo, venimos rezando, ayunando y manifestándonos para que en nuestra patria, en su legislación, se respete la vida humana desde la concepción hasta su término natural. No se puede inventar un derecho a matar. ¡El derecho es a vivir! Y por eso una vez más, con San Cayetano, nos comprometemos a cuidar a la mamá y al niño por nacer.

 

+Ariel Torrado Mosconi

Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio