Palabras del Obispo
«No teman en convertirse en pescadores de hombres»
Homilía del Obispo de Nueve de Julio
Misa de ordenación presbiteral de José Pedraza,
en la parroquia “Santa Teresita” de Henderson
Sábado 28 de septiembre de 2019.
(Is 61,1-3ª; Sal 22; II Cor 4,1-2. 5-7; Lc 5,1-11 )
¡Bella y cautivante es la página del santo Evangelio que acabamos de escuchar! La narración de la “la pesca milagrosa” según san Lucas viene a iluminar oportuna y claramente el camino de la Iglesia en el momento actual y, particularmente, el inicio de tu ministerio sacerdotal, querido José. ¡Imaginemos -para contemplarlo- este relato evangélico que tanto tiene para decirnos!
La escena nos muestra a los pescadores agotados al final de una jornada de trabajo, cansados y desalentados por tanto esfuerzo inútil: “hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada”. Que parecido también a estos tiempos que nos toca atravesar como Iglesia, donde a veces nos esforzamos tanto y sin embargo vemos tan pocos resultados. Pareciera que el Señor nos está llevando por el camino de la humillación y la pobreza, que nos purifica de toda visión triunfalista para identificarnos más con Él, a través del fracaso humano, donde se manifiesta claramente que la salvación viene por el poder de la Cruz.
Sin embargo, el mismo evangelio nos muestra a una multitud, que hoy como ayer, está necesitada y deseosa de escuchar la Palabra de Dios. No lo olvidemos nunca: detrás y en el fondo de cada persona hay una búsqueda a tientas, un vacío muy hondo, unas llagas profundas que hacen al ser humano necesitado de Dios, de su salvación. Aún detrás de las agresiones, las críticas, o el rechazo y la persecución, hay que saber descubrir este deseo de Dios. Y aquí está el motivo y el comienzo de toda evangelización, misión y testimonio. La Buena Noticia viene a llenar y colmar este vacío existencial.
Queridos José estás respondiendo al llamado de Cristo en medio de la noche de los tiempos que hoy nos toca vivir como Iglesia. También como Iglesia tenemos nuestras sombras, incoherencias, crisis y desorientaciones que opacan el brillo de la luz de Cristo. Sin embargo, animado por Jesús que te ha llamado, te has atrevido a dar tu sí y decir como Pedro “en tu nombre echaré las redes”. Dados los tiempos que estamos viviendo, en muchos momentos vas a experimentar, en tu ministerio sacerdotal, que la tarea parece ser estéril, inútil e ineficaz. Recuerda siempre que la eficacia la trae Cristo ¡Toda nuestra confianza debe estar puesta en el Señor Jesús y no en nuestras fuerzas humanas!
Por encima y más allá de toda circunstancia y obstáculo, no pierdas de vista a esas multitudes que necesitan la Buena Nueva de la vida y la salvación de Jesucristo. ¡Esta es la realidad que te toca y a la cual te llama el Señor para que trabajes esperanzada y generosamente!
Generalmente deseamos la luz y esperamos el día. Cuanto antes pase la noche, mejor. Y a pocos les gusta trabajar en horario nocturno, vos seguro lo habrás vivido en tu experiencia de trabajo. Sin embargo, en la noche el Señor se revela de manera especial.
Fue en la noche cuando el pueblo de Israel fue conducido por Moisés para atravesar el mar rojo y también fue en la noche cuando nació el Salvador del mundo en un establo de Belén. Se hizo noche en el momento de la muerte de Cristo en la cruz y en la noche santa de la Pascua el Señor resucitó. Como canta un antiguo himno litúrgico “la noche es tiempo de salvación”. También hoy en la noche del mundo, de nuestra patria y de la Iglesia el Señor quiere manifestar su poder y la salvación.
Por eso escuchando y fiándonos de todo corazón en Jesucristo que nos dice “no tengas miedo”, dejándonos guiar y orientar por Él en la noche de la fe, respondiendo con fidelidad, generosidad y alegría, nuestra tarea -la de la Iglesia- se volverá verdaderamente fecunda, útil y eficaz según los insondables caminos de la misericordia divina.
Querido José: es la confianza en la enseñanza de Cristo, la gracia y la misericordia de Dios cuanto debe motivarte y entusiasmarte para llevar adelante la maravillosa y gran obra de la evangelización, sentido y razón de la misma Iglesia. A vos, y a todos nosotros, esa confianza nos libra de todo miedo, confortándonos y llenándonos de paz. ¡Y no pasará mucho tiempo -como en el relato evangélico- para que podamos ver con los ojos de la fe, el resultado de nuestro esfuerzo! Pesca milagrosa -no lo olvidemos nunca- no por exitosa o portentosa sino porque es obra de Dios que se revela en lo escondido del corazón humano y en lo pequeño de la vida de los pobres.
Queridos fieles, querido José: pidamos fervientemente al Señor, en este día de alegría y júbilo para la comunidad de esta parroquia de Henderson y para nuestra Iglesia diocesana nuevejuliense, que Él mismo libre a su Iglesia de todo temor que la paralice, divida o encierre en sí misma. Ella -aún a pesar del pecado de sus hijos, del cual debemos arrepentirnos y convertirnos- siempre encontrará en Cristo la fuerza para ser luz en el mundo, barca de salvación y red de rescate para quienes están hundidos en la desesperación, signo y camino de la unión de la humanidad con Dios, samaritana de los enfermos y pecadores caídos en el camino de la vida ¿no es hermosa y fascinante esta misión?
A vos querido José te ha puesto especialmente el deseo de servir a los pobres y de hacer presente la misericordia de Dios entre los más pequeños y sufrientes. Rogamos al Señor para que puedas ser fiel a esa gracia que se ha hecho tan presente desde el inicio de tu vocación.
Sabemos que llevamos el tesoro del amor de Dios en vasijas de barro, pero también sabemos que Él no deja de donarnos su misericordia “de generación en generación” para que anunciemos y comuniquemos su gracia y salvación. ¡Lo veremos en los ritos litúrgicos a continuación! El Señor vuelve a decir hoy a nuestra Iglesia diocesana una vez más, y particularmente a José que será ordenado: “¡No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres!”.
+ Ariel Edgardo Torrado Mosconi
Obispo de Nueve de Julio