Palabras del Obispo

Vocación, humildad y misión

Homilía del obispo de Nueve de Julio,
Ariel Torrado Mosconi,
en Misa presidida por el arzobispo metropolitano de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig,
el domingo 6 de febrero de 2022 en la Basílica de Nuestra Señora de Luján
pidiendo por la beatificación del siervo de Dios cardenal Eduardo Francisco Pironio

(Is 6, 1-2a. 3-8; sal 137; Cor 15, 1-11; Lc 5, 1-11)

Bien podemos decir que la vida de los santos son Evangelio vivido. La Palabra de Dios experimentada y practicada. Los santos en el “aquí y ahora” del tiempo y lugar en el cual vivieron, hicieron realidad la letra bíblica al llevarla a cabo. Sin adelantarnos al juicio de la madre Iglesia, sino recogiendo de la fama de santidad captada y manifestada por el sentido de la fe del santo pueblo de Dios, hoy podemos afirmar que hay rasgos de la personalidad y la vida toda del siervo de Dios cardenal Pironio, que ilustran las lecturas bíblicas que acaban de proclamarse. Los resumo en tres: vocación-humildad-misión.

1. Vocación. La sugestiva e imponente imagen de la vocación del profeta Isaías en la primera lectura es una invitación a la escucha de la voz de Dios, a la contemplación de su presencia y obrar en la historia y en la propia vida. Oír y contemplar. Nuestro siervo de Dios fue un atento oyente y un profundo contemplativo de la Palabra, antes de ser su predicador. Se dejó purificar, moldear y transformar por el Evangelio. 

Una mirada y actitud contemplativa sobre la realidad es la respuesta, tanto a una confusa y superficial búsqueda espiritual, como a la indiferencia o la secularización de nuestros tiempos. 

No es la confrontación ni la polémica, tampoco la mirada sesgada, parcial, incompleta que ofrecen ciertas ideologías, el remedio y la solución a nuestros problemas, crisis y dramas tanto en el ámbito del mundo como de la Iglesia. El cristiano mira, discierne y actúa desde la perspectiva, la lógica y el criterio del Evangelio. Así lo vemos en Pironio en momentos difíciles y duros de la Iglesia, la patria y el mundo.

¡Es importante que también nosotros procuremos vivir en la escucha de la Palabra y en el “ver” la realidad a la luz de la fe!

Pero además Pironio fué un apasionado de la pastoral de los jóvenes y, por tanto, de la pastoral vocacional. Estos días hemos sido conmovidos por la cultura de la muerte, ella arrastra a nuestros jóvenes al sinsentido y a la búsqueda de sensaciones que los dejan alienados, conduciéndolos a la autodestrucción.   Nuestra misión, como la del siervo de Dios, es alentar esta cultura vocacional, mostrando a cada joven el valor de su vida y el sueño de Dios para hacer un mundo mejor. 

Entonces la Palabra de Dios y la vida de Pironio nos ponen a la escucha del Evangelio y viendo la realidad con una mirada de fe, para poder hacer un verdadero discernimiento, tal como nos insiste tanto el Papa Francisco

2. Humildad. Si en algo hay unanimidad en cuantos trataron y conocieron al Cardenal, sea que estuvieran de acuerdo o no con pensar y obrar, es su humildad. Sencillo, discreto y atento. Modestia y sencillez que brotan de una experiencia muy clara, tal como lo expresa Pedro en el Evangelio la conciencia de la propia miseria: “soy un pecador”

Dios llama a los pecadores: Isaías, Pedro, Pironio, vos y yo. La experiencia de Dios nos ubica en nuestra verdad. He ahí la raíz de la verdadera humildad. Y a la vez, confiado en la infinita e inconmensurable bondad del “Padre de las misericordias”, como solía referirse a Dios, nuestro cardenal Pironio. 

En una sociedad que vive del aparentar, de la imagen, del “acting”, “fake news” y el “careteo” -en realidad de la falsedad y el engaño- saber de dónde venimos (“humus”, humildad) y quiénes somos (pecadores) nos ubica y nos lleva a la genuina autenticidad. A vivir en la verdad. Y eso no es poca cosa…

La experiencia de Dios de Pironio lo llevó a una honda conciencia de su pecado y al mismo tiempo de la misericordia del Padre. Su vida humilde y sencilla sea modelo para nosotros, para que evitemos toda actitud pedante o soberbia y transitemos siempre el camino de la humildad.

3. Misión. La bellísima página del Evangelio de hoy termina convocando a la misión: “…serás pescador de hombres”. ¡Esta palabra hecha canto tan querida para Pironio y para todo nuestro pueblo!

¿A quién enviaré? se pregunta Dios, e Isaías responde «aquí estoy». Asimismo, Pedro luego de aquella teofanía en el lago, es invitado a la misión de ser pescador de hombres. Así lo entendió también Pironio en su propia vida. Tanto que puso en su escudo Episcopal la red y el pescado, como signo principal de su vida y ministerio, porque se reconocía llamado a ser pescador de hombres. 

Los tiempos difíciles que le tocaron, como a nosotros, le hacían decir, al igual que Pedro «hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada» pero la confianza en que la obra y su fecundidad vienen de Cristo le hizo decir «en tu nombre echaré las redes».

La misión es el término de todo llamado y seguimiento. El “para qué” de la vocación. Es más, la evangelización es el “para qué” de la vida de la Iglesia entera. El cardenal Pironio, protagonista del Concilio Vaticano II, fue un hombre “copado” por la evangelización. Pastor y teólogo al mismo tiempo, estuvo imbuido por la idea y el compromiso con la nueva evangelización. Muchos reconocen en el siervo de Dios a un profeta de nuestro tiempo. No es exagerado decir que fue un profeta de la nueva evangelización, -tengámoslo presente- aún está por llevarse a cabo- ahora, con las motivaciones y el impulso a que nos exhortó el Papa Francisco en Evangelii gaudium.

Una expresión muy pironiana -que deja ver el arraigo profundamente bíblico de su teología, espiritualidad y pastoral- era “llamados, consagrados y enviados”. Se encuentra y repite frecuentemente en sus escritos. Podemos resumir el mensaje, la súplica y el compromiso que brotan de la Palabra de este domingo en: “llamados a la escucha y la contemplación, consagrados en la verdad y la humildad, enviados a la evangelización y la misión” ¡Ésta es también nuestra misión y nuestra esperanza!