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1° de mayo: Jubileo de los Trabajadores
Hoy celebramos la dignidad del trabajo y la figura de San José obrero. En este 1° de mayo, mientras en Roma se celebra el Jubileo de los Trabajadores, nos unimos como peregrinos de esperanza, caminando con quienes día a día levantan el mundo con sus manos, su esfuerzo y su fe.

Celebramos la fiesta de San José obrero, el carpintero de Nazaret, hombre silencioso y justo, que con su trabajo cuidó y sostuvo a su familia. Su figura inspira una visión del trabajo no solo como medio de subsistencia, sino como vocación, servicio y expresión de dignidad.
El Papa Francisco nos recuerda que el trabajo no es solo una cuestión económica: es una fuente de dignidad. En palabras suyas:
“Lo que te da dignidad es ganarte el pan, y si no damos a nuestra gente, a nuestros hombres y mujeres, la capacidad de ganarse el pan, esta es una injusticia social”.
En este Jubileo, elevamos la mirada y el corazón por quienes trabajan en condiciones difíciles, por quienes son explotados o descartados, por quienes buscan sin encontrar y por quienes, aun sin trabajo, no renuncian a la esperanza. Pero también agradecemos por el trabajo bien hecho, por los oficios que se transmiten de generación en generación, por los jóvenes que sueñan con transformar el mundo desde su vocación, por las mujeres que sostienen hogares enteros con doble o triple jornada, por quienes enseñan, curan, siembran, construyen.
Como José, caminamos con fe, con las herramientas en la mano y la esperanza en el corazón. Porque el Jubileo es también tiempo de justicia, de reparación y de fraternidad. Que este año santo nos impulse a construir juntos un mundo donde cada persona pueda ganarse el pan con dignidad, y donde el trabajo sea siempre motivo de esperanza.