Noticias

7 mayo, 2025

8 de Mayo: Nuestra Señora de Luján

Cada 8 de mayo, el pueblo argentino se une para rendir homenaje a su patrona, la Virgen de Luján, madre y protectora de nuestra nación. Es una fecha que trasciende lo religioso: es un día profundamente arraigado en la identidad y la historia del país, donde la fe popular se expresa con fuerza, emoción y esperanza.

UNA DEVOCIÓN QUE UNE AL PAÍS
La Virgen de Luján ha acompañado al pueblo argentino desde hace casi 400 años. Su imagen, detenida milagrosamente en el camino a Santiago del Estero en 1630, permanece en la localidad de Luján como símbolo de fe, unidad y consuelo. Cada año, miles de peregrinos caminan hacia su santuario en señal de agradecimiento, súplica o simplemente para estar cerca de ella.

El 8 de mayo, día de su fiesta litúrgica, representa el corazón de esta devoción. En iglesias, plazas y hogares de todo el país, se multiplican las celebraciones, oraciones y gestos de fe. Es una jornada que nos recuerda que no estamos solos: que hay una Madre que camina con nosotros.

EN CLAVE DE JUBILEO: PEREGRINOS DE ESPERANZA
Este 2025, la fiesta de la Virgen de Luján adquiere un significado especial: se celebra en el marco del Jubileo convocado por el recientemente fallecido papa Francisco, bajo el lema “Peregrinos de esperanza”. Una invitación a volver a lo esencial, a reencontrarnos con Dios, con los demás y con nosotros mismos.

La Virgen de Luján, como madre del pueblo argentino, se convierte en signo vivo de ese camino de esperanza. Su presencia en medio del pueblo es un recordatorio de que, incluso en tiempos difíciles, es posible construir fraternidad, tender puentes y cuidar a quienes más sufren.

UNA MIRADA HACIA EL FUTURO
Celebrar a la Virgen de Luján el 8 de mayo no es solo mirar al pasado con gratitud, sino también abrirse al futuro con confianza. En este tiempo jubilar, la fe se transforma en compromiso: con la paz, con los más vulnerables, con una sociedad más justa y solidaria.

Este 8 de mayo, como cada año, Luján vuelve a ser casa, refugio y envío. Porque todos, en algún momento, somos peregrinos. Y porque ella, nuestra Madre, siempre nos espera con los brazos abiertos.