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9 abril, 2025

Misa Crismal y Jubileo 2025

Este jueves 10 de abril a las 19:00 hs., celebraremos en la Catedral de nuestra diócesis una de las celebraciones más significativas del año litúrgico: la Misa Crismal, presidida por nuestro obispo Mons. Ariel Torrado Mosconi junto a todo su presbiterio.

En esta Eucaristía, el Obispo consagra el santo crisma y bendice los demás óleos sagrados que serán utilizados en los sacramentos a lo largo del año. Es también un momento profundo de unidad eclesial, donde los sacerdotes renuevan sus promesas ministeriales y se visibiliza la comunión entre el Obispo y su presbiterio en el único sacerdocio de Cristo.

Este año, esta misa cobra un sentido aún más profundo al celebrarse en el marco del Jubileo 2025, bajo el lema “Peregrinos de esperanza”. Como expresa la Bula del Papa Francisco (Nº 3), “el Espíritu Santo es quien mantiene encendida la luz de la esperanza como una llama que nunca se apaga”.

Los óleos bendecidos comunican esa fuerza del Espíritu que santifica al Pueblo de Dios y lo fortalece en su caminar hacia la Casa del Padre.

Peregrinar hacia la Catedral para esta celebración es, entonces, un gesto de fe y de comunión que refleja el espíritu jubilar: somos un pueblo que camina, animado por la esperanza.

Este jueves 10 de abril a las 19:00 hs., celebraremos en la Catedral de nuestra diócesis una de las celebraciones más significativas del año litúrgico: la Misa Crismal, presidida por nuestro obispo Mons. Ariel Torrado Mosconi junto a todo su presbiterio.

En esta Eucaristía, el Obispo consagra el santo crisma y bendice los demás óleos sagrados que serán utilizados en los sacramentos a lo largo del año. Es también un momento profundo de unidad eclesial, donde los sacerdotes renuevan sus promesas ministeriales y se visibiliza la comunión entre el Obispo y su presbiterio en el único sacerdocio de Cristo.

Este año, esta misa cobra un sentido aún más profundo al celebrarse en el marco del Jubileo 2025, bajo el lema “Peregrinos de esperanza”. Como expresa la Bula del Papa Francisco (Nº 3), “el Espíritu Santo es quien mantiene encendida la luz de la esperanza como una llama que nunca se apaga”.

Los óleos bendecidos comunican esa fuerza del Espíritu que santifica al Pueblo de Dios y lo fortalece en su caminar hacia la Casa del Padre.

Peregrinar hacia la Catedral para esta celebración es, entonces, un gesto de fe y de comunión que refleja el espíritu jubilar: somos un pueblo que camina, animado por la esperanza.