Palabras del Obispo

Aquí a mi lado tienes un lugar

Homilía
del Obispo diocesano, Ariel Torrado Mosconi,
en la misa de ordenación diaconal de Rodrigo Alvarez
y, acolitado de Ignacio Balle

Fiesta de la Cátedra de San Pedro

Iglesia catedral de Nueve de Julio, 22 de febrero de 2020

 (Ex 33,12-23; Sal 22,1-6; Mt 16,13-19)

¡Una promesa de amor y una respuesta confiada! Sí, este es el mensaje y la llamada que nos hacen estas bellísimas lecturas de la Palabra de Dios, recién proclamadas, en la fiesta de la Cátedra del apóstol san Pedro mientras celebramos los ritos del acolitado de Ignacio Balle, de esta parroquia de la catedral, y de la ordenación diaconal de Rodrigo Álvarez, hijo de la comunidad de la parroquia Inmaculada Concepción de Lincoln. En esta liturgia podemos ver claramente cómo los ministerios en la Iglesia son un llamado al seguimiento, la entrega u ofrenda de toda la vida. No se trata de ningún grado de ascenso en un escalafón jerárquico de poder, sino de un avance, maduración y crecimiento en un servicio disponible y generoso de aquello que nos va confiando el Señor en su Iglesia.

Impresiona oír -y hasta es hermoso imaginar- el hondo y hermoso diálogo de Dios con Moisés, en la lectura del Éxodo. Esta verdadero modelo de oración, íntima y sincera, por momentos se vuelve una demanda y discusión, como una “pulseada verbal”. Moisés, consciente de su debilidad, le reclama y suplica a Dios  su presencia, su compañía y su ayuda. Dios responde claramente con una promesa de gracia y amor, asegurándole su misericordia y compasión constante. “Te cubriré con mi mano…verás mis espaldas”(Ex 33, 22-23). Una seguridad que se da solamente en la fe. ¡En medio de las incertidumbres, luchas y en cada momento de la vida, Dios está y actúa misteriosamente asegurándonos su amor y salvación! Esa es nuestra certeza pequeña y fuerte a la vez.

El Salmo 22 expresa, precisamente, la respuesta confiada a esa promesa divina amorosa que anima, conforta e impulsa a caminar en la presencia del Señor, sean cuales sean los terrenos y caminos de la vida. ¡A la Fidelidad se contesta con fidelidad! Y así se produce una “ida y vuelta”, una comunión íntima y honda que será siempre misteriosamente, pascualmente, fecunda y fructífera.

Y así llegamos al final de ese otro diálogo del Señor Jesús con Pedro. El siempre sanguíneo, arrebatado y apasionado de Pedro ha escuchado y se ha dejado llevar por la voz del Padre. ¡Dios ha hecho “su” trabajo en esta alma! El pescador devenido en discípulo y apóstol ha recorrido un camino interior, de fe, de seguimiento del Señor que lo ha transformado. ¡La escucha atenta, la contemplación silenciosa y la respuesta honesta son gracias que renuevan la vida! Y así Pedro es capaz de confesar con la misma -o mayor- fuerza, entusiasmo y pasión de su humanidad lo que la gracia de la fe le ha hecho descubrir en su corazón cambiándole la existencia.

¡Una promesa de amor y una respuesta confiada! Sí, también esta llamada y promesa es para vos, querido Rodrigo, en el día que recibes el sacramento del Orden sagrado para el diaconado. Como Moisés y Pedro estamos llamado a partir y reconocer nuestra necesidad del amor, la gracia y la misericordia de Dios que cambia, renueva y transforma constantemente toda nuestra vida. La escucha permanente de esa voz, la apertura dócil a su gracia y la confianza plena en su obrar amoroso, son las actitudes requeridas y necesarias para que tu seguimiento, entrega y servicio al rebaño del Señor fructifiquen en el interior de las personas y en la vida de las comunidades.

Este sacramento te da, hoy, la gracia y el don para el servicio. ¡El diaconado es el sacramento del servicio! Atención, disponibilidad, generosidad son actitudes y virtudes que el servidor del Señor deberá cultivar cotidianamente con seriedad y responsabilidad para que su servicio y misión sean auténticos e íntegros, dando así frutos para el Señor en bien de su pueblo santo y no éxitos estadísticos para la propia satisfacción egocéntrica. ¡Sé dócil a la Palabra y tu servicio será muy provechoso para los hermanos colmándote de la verdadera alegría, paz y felicidad que vienen del Señor!

“Aquí a mi lado tienes un lugar” (Ex 33,21) Esta profunda y conmovedora expresión de la Escritura será tu lema ministerial: déjate impregnar por esta convicción y actúa en consecuencia, viviendo en la confianza de la compañía amorosa de Dios en todo momento de la vida. El lema pastoral de nuestra Iglesia diocesana es “Caminar en comunión…” ¡La primera comunión es con el Señor, caminando en su compañía, intentando no apartarnos jamás de su presencia y gracia!

¡Una promesa de amor y una respuesta confiada! Sí, y los es para cada uno de nosotros en tanto miembros todos del santo pueblo de Dios. El Dios de la vida y Señor de la historia, nos asegura la promesa de que estará con nosotros hasta el fin. Aquí debemos poner nuestra confianza, y no en los vaivenes engañosos de las mediciones estadísticas, las manipuladoras campañas de imagen o las pujas por una cuota de poder, todos frutos muertos de la vacía y triste “posverdad”. En esa paradoja que señala la lectura del Exodo “Te protegeré en la hendidura de la roca…te cubriré…y tu verás mis espaldas”(Ex 33,21-23) -Dios es nuestra fortaleza pero no alcanzamos a ver todavía su rostro- encontramos nuestra más genuina certeza y seguridad como Iglesia en la fe.

En tiempos en los cuales, desde distintas usinas ideológicas, a veces tan opuestas entre sí, persiguiendo o representando oscuros e inconfesables intereses contra el mismo ser humano y contra la fe cristiana, esta Palabra nos llena de una luminosa esperanza. Nos anima, motiva y estimula, alentándonos a no bajar los brazos y no sucumbir ante cualquier tipo de presión. Nos estimula la confianza de Moisés y la pasión de Pedro. En esta festividad bien podemos decir: ¡Hoy sí que Pedro nos da cátedra! Contra todo cálculo, temor o interés, él confiesa -hace su profesión de fe- no “de la boca para afuera” sino poniendo “alma y vida”.

Como Iglesia dejémonos aleccionar tanto por la enseñanza como por el ejemplo del Apóstol. Pidamos y esforcémonos para que toda la vida y misión eclesial sea un vivo testimonio de fe, esperanza y amor en medio de este mundo alejado de la verdad, desilusionado y violento. Sólo así podremos irradiar al mundo la confianza, la esperanza, la misericordia y la alegría del Evangelio que los hombres y mujeres de nuestro tiempo tanto necesitan.

Para Ignacio, Rodrigo y para todos nosotros, confiar y servir son dos actitudes básicas en el seguimiento diario del Señor Jesús y, al mismo tiempo, la síntesis de todo un programa de vida en medio del complejo y agitado mundo de hoy, dando testimonio de la fe cristiana.

¡La intercesión de la Virgen de Fátima, del Apóstol san Pedro y de santo Domingo de Guzmán te ayuden a ti, querido Rodrigo, y a todos nosotros a vivir en la confianza y el servicio, hasta que lleguemos al lugar definitivo que el Señor nos tiene preparado!

+Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio