Palabras del Obispo
Los tres remedios para salir de las consecuencias de la pandemia: Libertad, solidaridad y esperanza
Homilía
del obispo Santo Domingo en Nueve de Julio,
Ariel Torrado Mosconi,
durante el Tedeum por el día de la Independencia,
Iglesia catedral, jueves 9 de julio de 2020
(Gal 5,1.13-15; Sal 129; Mc 4,35-41)
Anhelo, sueño y propósito de libertad, solidaridad y esperanza fueron las motivaciones que impulsaron la gesta de la Independencia de la cual hoy conmemoramos un nuevo aniversario y por lo cual damos sentidas gracias a Dios, a la vez que encomendamos nuestro presente y futuro a su misericordia y providencia.
1. LIBERTAD
Cabe, en este día, una reflexión sobre la independencia y libertad que, como ciudadanos de una patria común, debemos mantener vigente y actualizar en el contexto de esta hora crucial de la humanidad. ¿En qué consiste la libertad en el ámbito de la convivencia social? ¿Cuáles son, en estos tiempos de pandemia, sus posibilidades, sus límites y sus causes legítimos?
La libertad no es solamente un deseo y un derecho sino, al mismo tiempo, la condición para el desarrollo de las personas y las sociedades. La libertad de conciencia, de expresión, y religiosa es inherente a la dignidad humana, permitiendo la madurez personal y el progreso de la comunidad. Cada uno de estos aspectos posibilita la edificación de una sociedad más justa.
Ahora bien, esta libertad no puede consistir en la mirada individualista que se expresa en el “hacé la tuya” o en actuar “lo que me da la gana”. La responsabilidad es siempre la clave y el valor “cardinal”, que nos ayuda a integrar y conjugar la libertad personal con el bien común del conjunto de la sociedad, sin dilemas ni oposiciones. ¡Esto hace digna y soberana a una nación!
2. SOLIDARIDAD
En esta verdadera “tormenta en la noche” -tomando la imagen del evangelio que oíamos recién- el Papa Francisco nos recuerda que “estamos todos en el mismo barco” y que saldremos a flote solidariamente, cuidándonos mutua y recíprocamente.
El coronavirus ha mostrado dramáticamente que, por diferentes que sean los niveles sociales y la realidad económica de las personas, somos todos vulnerables. Somos hermanos en la misma barca, agitada por las olas de una tempestad que golpea a todos indiscriminadamente. “Con la tempestad,-afirma el Papa bajo la lluvia el 27 de marzo en la Plaza San Pedro- se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”. Este llamado bien puede despertar nuestra conciencia bastante anestesiada frente a las muchas “pandemias”, como la guerra y el hambre, que han golpeado a nuestras puertas, pero no nos han importado porque no han podido entrar en nuestra casa.
3. ESPERANZA
En nuestra Argentina, tantas frustraciones y desencantos a lo largo de los años pueden ir transformándonos en personas pesimistas, descreídas y hasta cínicas. Es por eso mismo, que debemos poner nuestra confianza en Dios. Su presencia y acción es más fuerte que nuestras claudicaciones y derrotas. Este realismo esperanzado nos permite ver lo arduo del momento presente, como un desafío que podremos superar con los pies en la tierra y el corazón en lo alto. Una vez más ponernos de pie y manos a la obra para rehacernos y recomponernos con la mirada puesta en un futuro mejor. ¡En lo más profundo de nuestro ser debe renovarse la esperanza! Este es un ejercicio espiritual, un trabajo interior, que cada uno de nosotros tiene que hacer y que el conjunto de la ciudadanía debemos trabajar como actitud básica para salir adelante como personas y como nación.
Concluyendo, la gesta de la independencia comenzó hace ya más de doscientos años y es, al mismo tiempo, una tarea permanente. Libertad, solidaridad y esperanza son el remedio para seguir construyéndola en la presencia y con la ayuda de Dios.
+Ariel Torrado Mosconi
Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio