Palabras del Obispo

Recorrer juntos el camino de la paz

 nos visitará…,

para guiar nuestros pasos por el camino de la paz

(Lc 1, 78-79)

 

Al celebrar la Navidad, Jesús se nos presenta trayéndonos, orientándonos y llevándonos hacia la auténtica paz. Ella es un don que se alcanza recorriendo un camino. Es el genuino “bien común” de la humanidad, por el cual hoy todos -creyentes y personas de buena voluntad- somos convocados a trabajar mancomunadamente para lograrla. El Santo Padre, en su Mensaje para la ocasión referido a los inmigrantes y refugiados, habla de “cuatro piedras angulares para la acción: acoger, proteger, promover e integrar” Hago mías sus palabras y les propongo aplicarlas a nuestra vida cotidiana personal, familiar, laboral, ciudadana y eclesial. Las comento brevemente:

“Acoger”: Lo opuesto a ello es el rechazo al otro o a los demás que no piensan, o no viven, o no tienen mis mismos intereses. Buscar, recrear y concretar espacios de encuentro para recibir al hermano, ambientes de acogida cordial, donde re-aprendamos el diálogo y la convivencia, es la posibilidad de superación de la mayoría de nuestro males como sociedad. ¡Qué maravilla es ver cómo una sociedad se va curando toda discriminación injusta y llena de prejuicios!

“Proteger”: su antítesis es el desamparo, el desinterés,  el “sálvese quién pueda”, y el “¿ yo que tengo que ver?”, el abandono y la indiferencia. El otro no es un enemigo del que me debo defender y al que debo doblegar, sino un igual en dignidad, mi prójimo, con el que tengo que intentar, una y otra vez,  convivir cuidándonos, ayudándonos y curándonos mutuamente. ¡Que hermoso es sentirse cuidado y no amenazado por los demás, y poder brindar lo mismo a cuantos me rodean! Cuidar especialmente a los más desprotegidos, a los niños y los ancianos, a los enfermos y a los pobres.

“Promover”: Nos ha ganado, en gran medida, el pesimismo y han decaído los sueños y proyectos. Solemos ver el futuro “cada vez más negro”. Padecemos la enfermedad del desaliento y el desanimo, enfermedad contagiosa si la hay. Es hora de pensar y actuar “en positivo” alentando, entusiasmando y promoviendo lo mejor y más sano de nosotros mismos, de la sociedad y de la comunidad cristiana. La clave de acción está en la responsabilidad, el compromiso y la participación. Se trata de “no borrarnos” ¡Debemos ir siempre para adelante, jamás bajar los brazos! Con la gracia de Dios todo es posible.

“Integrar”: en lugar de apartar y dejar de lado al otro, de ignorarlo o rechazarlo. Siempre el hermano es un don, nadie sobra, nadie molesta. Todo lo que hagamos para unirnos, superando desacuerdos, mezquindades y corruptelas, nos hará crecer como personas y como sociedad, nos enriquecerá en muchos sentidos y redundará en beneficio de todos, especialmente de los más necesitados y golpeados por la vida en cualquier forma. ¡Nos es un ensueño vano afirmar que, por este camino, veremos germinar, florecer y fructificar todo cuanto en nosotros estaba marchito! Esta es la obra del Señor en lo más profundo de nuestro ser.

La intercesión de Santa María Madre de Dios, en su advocación de Nuestra Señora de Fátima patrona de la Diócesis y cuyo mensaje está tan ligado a la paz, nos ayude a recorrer este camino con esperanza, confianza y decisión. Así sea.

 

+Ariel Torrado Mosconi

Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio