Noticias, Nueve de Julio

11 abril, 2020

Vigilia Pascual en la Catedral de Nueve de Julio

En la noche del sábado santo, siguiendo la antiquísima tradición eclesial, el Obispo dicesano presidió la celebración de la Vigilia pascual en la en la Iglesia catedral, sin concurrencia de fieles y con la sola participación de algunos concelebrantes y ministros, ateniéndose a la normativa del aislamiento preventivo a raíz de la pandemia mundial de coronavirus. Lo cual no fue impedimento para realizar los ritos con solemnidad, unción y la serena alegría propia de esta fiesta, y que, al mismo tiempo, como todos estos días fueron transmitidos por medios y redes sociales de comunicación alcanzando significativo número de participantes.

Luego de la procesión con el cirio pascual y las lecturas de la Palabra de Dios, se cantaron solemnemente el Gloria y el Aleluya, característicos de esta fiesta, monseñor Torrado Mosconi predicó la homilía y los fieles renovaron las promesas bautismales. Prosiguió luego la concelebración eucarística como de costumbre en el tono de gozo y alegría típicos de esta festividad, para culminar con la bendición y la felicitación pascual del Obispo y el agradecimiento para cuantos hicieron, con esmero y dedicación, posible la realización y transmisión de las celebraciones del sagrado Triduo pascual.

En su predicación, monseñor Ariel, al explicar el sentido de la celebración, no dejó también de referir su significado a la actual situación mundial de pandemia. El acontecimiento de la resurrección de Jesús es el fundamento de la esperanza de los cristianos, que los impulsa a iluminar las oscuridades, alentar la esperanza y amar para servir, curar y sostener a cuantos caminan en medio de la incertidumbre y la angustia. 

En el tramo final de su homilía, llamó vivamente a los fieles cristianos a ser verdadera luz en estos momentos de oscuridad exhortándoles a que “animados por el Espíritu puedan discernir los signos de los tiempos para poder vislumbrar, aún en medio de las tinieblas de esta pandemia, algunas “pequeñas luces” que ya tímidamente se pueden ir percibiendo. Y agregó “Por mencionar algunas de ellas, vemos como este ínfimo microbio ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de nuestra condición, lo que ha de llevar a la humanidad toda a la sublime virtud de la humildad”. Y continuó “hemos transitado la cuaresma, y esta semana santa, en cuarentena que nos ha obligado a realizar un verdadero viaje al interior, ya no fue la “semana de turismo”, sino que fuimos impelidos a crecer en interioridad”.  Y prosiguió “el quedarse en casa nos ha estimulado a acrecentar los vínculos familiares; y el que no haya clases en las escuelas, a vivir y recordar la responsabilidad de que los primeros educadores de los hijos son sus propios padres. Por último, añadió “esta situación ha derribado muchos muros entre los pueblos y ya no habría lugar para tolerar grietas que nos separen en nuestra nación” concluyó.

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